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Hablando las Escrituras

¡El que tenga oído, oiga! Leer los pasajes bíblicos en voz alta puede ser una forma de escuchar lo que leemos. “Hablando las Escrituras” lo tiene en cuenta. Es una forma excelente de entrar en un pasaje en los estudios bíblicos de grupos pequeños, por ejemplo. En lugar de leer el pasaje bíblico una vez en voz alta, se habla repetidas veces. Los estudiantes aprenden a escuchar con atención. Cuando escuchan y se imaginan el contexto de su público original, empiezan a hablar las palabras de tal forma que se vuelve más viva y cobra un mayor significado.

Cuando usamos esta aproximación en los estudios bíblicos en grupos pequeños, el director hace que distintos estudiantes “hablen las Escrituras”. Mientras un estudiante está hablando una porción de las Escrituras, invita a los demás a escuchar y responder: “¿Cómo fue la lectura? ¿Puede sentir algo? ¿Le hizo pensar en ello en mayor profundidad?” Seguidamente les pide a los demás estudiantes que intenten hablarla. La información sobre los antecedentes puede ayudar a los estudiantes a imaginarse la situación. El director puede pedirle a los estudiantes que identifiquen lo que está ocurriendo al ponerse en el lugar de la gente que estaba implicada: esto incluye a los personajes de la historia, pero también, el salmista, el profeta o el escritor de una epístola, por poner unos ejemplos. El director puede hacer preguntas como: ¿Cómo cree que le dijo esto Jesús al paralítico? ¿En qué tono respondió el paralítico? (Juan 5). ¿Cómo pudo Pablo decir lo que le escribe en la carta a Filemón? ¿Cómo expresa la acción de gracias el salmista?

“Hablando las Escrituras” ha demostrado que ayuda a los estudiantes a entrar en el pasaje. En una fase inicial, los estudiantes pueden creer que es un poco raro; hasta puede que se rían cuando hablan. Pero cuando se meten en el pasaje, la Palabra se vuelve viva para ellos, toca sus vidas y cambia su forma de comprender la Palabra de Dios. Para ser un poco más creativos, se puede añadir una interpretación a la receta cuando los estudiantes se dediquen a hablar las Escrituras. No obstante, el director tiene que valorar si esto es más una distracción que una ayuda, porque a veces puede ser un impedimento.

Puede comenzar probando pasajes de la narrativa de los Evangelios. Luego puede seguir con las epístolas, los salmos y la profecía. De hecho, se pueden trabajar así todos los géneros de la Biblia. “Hablando las Escrituras” ha cambiado la forma en la que organizo los estudios bíblicos con los estudiantes. ¡Espero que descubra el gran valor de esta aproximación! Vengan y participen de hablar las Escrituras, hablando y entrando en la Palabra que transforma vidas.

Lee Wan Ling, obrero de FES Malasia
wanling (at) fes.org.my

Escuchar y el Estilo de Vida

¿Ha conversado alguna vez con un estudiante y repentinamente se ha dado cuenta de que se ha perdido lo que esa persona estaba diciendo? ¿Alguna vez ha leído un pasaje bíblico sin absorber su contenido? Yo sí. Para muchos de nosotros, escuchar es todo un reto. Nuestros pensamientos están llenos de tantas cosas; estamos pre-ocupados. Y entonces somos incapaces de asimilar nada nuevo.

Para poder sobrevivir en nuestros estudios, muchos hemos aprendido a hacer lecturas diagonales. Leemos rápidamente para ser más eficientes, pero cuando aplicamos esto a las Escrituras no es nada efectivo. Salvo que vayamos más despacio, no escucharemos bien. ¿Cómo podemos aprender a pararnos y escuchar en medio de nuestras ajetreadas vidas? ¿Cómo podemos crear espacio para recibir la Palabra de Dios? La respuesta a estas preguntas no tiene que ver con cómo leemos nuestra Biblia, sino que también está relacionada con cómo vivimos nuestras vidas enteras.

El poder escuchar bien la Palabra de Dios tiene que ver con nuestro estilo de vida. El año pasado, Isra Ortiz, obrero de GEU Guatemala, se dio cuenta que necesitaba hacer algunos cambios en su vida:
En los últimos años desarrollé el hábito de desvelarme. Sabía que no era un hábito sano pero no me preocupé mucho. Sin embargo, eventualmente me di cuenta de que me estaba afectando de maneras negativas. Me costaba levantarme por la mañana. Con frecuencia me sentía cansado durante el día, y siempre me encontraba en una carrera. Todo esto me impedía tener tiempos de calidad con el Señor y su Palabra. Me sentía cansado, pero también intranquilo, desesperado por la presencia de Dios y su dirección.

El Señor me hizo entender claramente que debía hacer un cambio práctico en mi estilo de vida: irme a dormir más temprano. ¡Por el bien de mi salud pero también por el bien de mi alma! Actualmente estoy en el proceso de cambiar mi antiguo hábito.

Algunos días me cuesta mucho, pero por la gracia de Dios ha habido avance. Este simple cambio en mi estilo de vida me está ayudando a tener un mejor descanso, a levantarme más temprano y a empezar el día con Dios. Desde que comencé a leer la Biblia por las mañanas, tengo una nueva relación con la Palabra de Dios. Estoy disfrutando a Dios desde el comienzo del día. Y eso lo cambia todo.

El escuchar bien también está relacionado de otra manera con nuestra forma de vida. Incluye la obediencia, respondiendo a lo que oímos de palabra y de hecho. Jesús dijo: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lucas 8:21).

Sabine Kalthoff