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Preguntas honestas a Dios: El sufrimiento de Job

“¿Quién es Dios? ¿Él importa? ¿Cuida de nosotros?

Estas preguntas simples en apariencia podrían ser las preguntas más profundas que lleguen a hacer los estudiantes…

Job – preguntas honestas a Dios

[Obra de Fercho Vera, Ecuador]

Crecí en una familia de pastores. Dios formaba parte de nuestras vidas diarias. Lo conocía y tuve varias experiencias poderosas con Él desde mi infancia. Sin embargo, en mis años como estudiante universitaria, experimenté una crisis de fe durante una temporada de pérdida y sufrimiento personales.

Un día, una amiga a quien había invitado para que viniera a nuestro estudio bíblico dijo: “No quiero estar cerca de Dios. Le tengo miedo, por la forma en la que trató a Job en la Biblia”. Sin poder dar una respuesta concreta, le dije que no conocía a Dios en absoluto. Sin embargo, yo tenía exactamente las mismas preguntas. “¿Quién es Dios? ¿Él importa? ¿Cuida de mí?”

¡El Libro de Job parece un libro que requiere que su lector tenga una cita preconcertada! Mi camino con Job se intensificó el año pasado, cuando GBUCh, el movimiento estudiantil de Chile, me invitó a que diera tres charlas para su conferencia estudiantil nacional virtual.

Primero, leí el libro tres veces, a la vez que oraba para que el proceso de conocer a Dios más profundamente a través de este libro no fuera obstaculizado por prejuicios o conocimientos previos. A medida que leía y volvía a releer Job, me iba preguntando: “¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Qué nos dice el autor acerca de quién es Él?” Todavía tenía muchas dudas, pero también sentía admiración y ganas de alabar.

Siendo consciente del temor que mi amiga había sentido a causa del comportamiento de Dios en Job, preparé las charlas centrándome en los capítulos 1, 19, 28 y 42, los cuales proveen, a mi entender, muchas joyas que atesorar acerca del carácter divino. El libro nos invita a nosotros, los lectores, a emprender un viaje. En primer lugar, somos testigos de la declaración de quién es Dios y de su amor por Job (Job 1), tan solo para encontrarnos con el desconcierto y el malestar causados por el sufrimiento de Job, reflejados en su desesperado lamento (Job 19). Más tarde, estas escenas llegan a su clímax con la bella imagen de Dios como redentor y dador de vida. Además, se nos presenta a Dios como la personificación de la sabiduría (Job 28). Al final, aunque no sin dificultades para Job o para nuestra comprensión del texto, vemos a Dios restaurando y dando nueva vida (Job 42).

He acompañado a obreros y estudiantes procedentes de Chile, de Ecuador y, más recientemente, del norte de México, en su sufrimiento y su gozo a medida que íbamos estudiando el libro de Job. Este proceso ha llevado a que los estudiantes consiguieran tener momentos de reconciliación con Dios. Tal y como un participante compartió:

“Dios me sorprendió… Descubrí la espiritualidad de alguien que ama profundamente a Dios; Dios, el maravilloso Creador, que nos ama profundamente a pesar de todo el sufrimiento que permite en nuestras vidas. El Libro de Job me inspira a tener un nivel más profundo en mi relación con Dios y a una vida de oración honesta y de espera…”.

Ana Miriam Peralta, obrera de COMPA y miembro del equipo global del Compromiso con las Escrituras.

Dios y las Escrituras en tiempos de guerra

[Una querida amiga ucraniana de nuestra red de multiplicadores del Compromiso con las Escrituras comparte algunos pensamientos con nosotros.
Ella está caminando fielmente junto con estudiantes y obreros, estudiando la Biblia con ellos y, juntos, se están ocupando de los refugiados a causa del conflicto].

arbustos en flor y narcisosDurante una visita reciente a mi madre, no podíamos dejar de admirar los arbustos en flor y los narcisos que Dios parecía haber esparcido por todas partes, trayendo así Su luz en la oscuridad.
(fotografía tomada por L.S.)

Fue un buen recordatorio de que la luz de Dios ya ha erradicado la oscuridad y que Él sigue obrando en nuestro mundo. Esta es la verdad que debemos experimentar, en la realidad de nuestras vidas diarias, en este país.

El 24 de febrero, los habitantes de Kharkiv, Kyiv y otras ciudades y pueblos se despertaron con el sonido de bombas destruyendo sus casas. Desde entonces, muchas personas inocentes han sufrido de maneras imposibles de imaginar. Hombres, mujeres y niños de todas las edades han muerto o han perdido sus hogares. Ya sean amas de casa o soldados, todos llevan consigo las cicatrices de innumerables horrores.

un edificio destruido

Suburbio de Kyiv (fotografía tomada por M.M).

Cinco millones de personas han dejado sus hogares en busca de seguridad. Mientras escuchábamos las historias de los refugiados que llegaban de Kyiv, todas llenas de destrucción y de un terror brutal, sentimos una profunda conmoción y rabia. Lloramos y clamamos a Dios con muchas preguntas.

Justo antes de Semana Santa, me desperté con un súbito ataque de ansiedad. Intenté volver a dormirme, pero mis preocupaciones se intensificaron. ¿Y si bombardeaban nuestra casa y teníamos que huir? ¿Adónde iríamos? ¿Y si mis hijos y mi marido eran llamados a luchar? ¿Y si asesinaban personas en nuestra ciudad? ¿Y si la paz no llegaba pronto?

Ese día, pasé mucho tiempo en silencio, hablando con Dios.

Reflexioné sobre la última conversación que Jesús tuvo con Sus discípulos en Juan 13-14 cuando anunció que iba a dejarlos.

Mientras leía las preguntas de los discípulos, casi podía sentir su pánico.

Durante tres años, estuvieron juntos: comiendo, riendo y viendo los milagros de Jesús. Escucharon Sus enseñanzas, experimentaron Su poder y entonces, de repente, Jesús iba a dejarlos; solos.

Frente a la ansiedad de estar sin su Señor, Sanador, Maestro y Profeta, los discípulos se preguntaron cómo iban a soportarlo. Así que le preguntaron a dónde iba y si podían ir con Él. Se podría decir que ellos también acababan de tener un ataque de ansiedad.

“Confíen en Dios, y confíen también en mí” (Juan 14:1, también Juan 14:11-12).

Esa mañana, casi podía ver a Jesús tomando mi mano y escuchar su voz diciéndome: “No, no comprendes todo este sufrimiento a tu alrededor, la brutalidad y la destrucción que tu nación está viviendo. Pero cree en Mí, cree en Mí”.

Sigo viendo cómo Dios, en su gracia, da paz a mi mente y calma mi turbado corazón. Me da fuerza para seguir avanzando en el camino que Él ha establecido para mí. No conozco el final, pero confío en Él.

Renovado en la Palabra de Dios

Asistí al webinario de Compromiso con las Escrituras de IFES (La Palabra en medio nuestro – Los gemidos de la vida y el Dios en la cruz) cuando todo el mundo tenía miedo de una pandemia y también había desesperanza en nuestras propias vidas. Estaba muy preocupado por mi madre, mi mujer y mis dos hijas, de siete y dos años y medio de edad. Parecía que era el fin del mundo, pues las iglesias estaban cerradas y no había grupos de estudio bíblico ni reuniones cristianas. Al mismo tiempo, había muchas oportunidades para aprender la Palabra de Dios. El webinario de Compromiso con las Escrituras de IFES fue una de ellas.

Mientras Yohan Abeynaike, de Sri Lanka, lideraba estos estudios, me sentí reconfortado al saber que nada excepto Dios es eterno. Esta pandemia acabará y aunque esta pandemia global nos cause tristeza, sabemos que Dios también está sufriendo a causa de ella y nos puede dar consolación. En nuestro sufrimiento, sabemos que Dios ha sufrido en la cruz. Estos estudios bíblicos me recordaron que nuestro Dios es un Dios de perdón y nos está invitando a experimentarlo de su propia mano. Puedo ver el cumplimiento de su promesa en mi vida de que nunca me dejará ni me abandonará, gracias a lo que hizo Jesucristo para pagar mis pecados. Sentí la provisión y protección de Dios en mi vida y mi familia.

En estos seminarios, encontré mi identidad como hijo de Dios y no como un esclavo. Si me siento perdido y atareado por las cosas del mundo, siempre tengo la opción de volver a Él y descubrir que está dispuesto a aceptarme. Me di cuenta de que Dios tiene el poder de renovar cosas en nuestra vida, de la misma forma en la que ha transformado tantas cosas en el mundo. Él renovó las Escrituras en mi vida, su visión ha sido renovada en mí y mis relaciones familiares han adquirido un nuevo encanto después de compartir todos estos descubrimientos sobre la Palabra de Dios con los demás.

El crecimiento mediante el webinario de Compromiso con las Escrituras fue una fuente de motivación para mi obra misionera entre mis círculos cercanos a través de las redes sociales. He compartido con mis amigos no cristianos lo que he aprendido y su perspectiva sobre la pandemia ha cambiado. Fui renovado en mi obediencia, al recordar que Dios me ha asignado una misión y que tengo el deber de proclamar su Palabra a todas las naciones, pueblos y grupos étnicos.

Khurram Younis
Obrero de PFES en Pakistán

La Biblia y la Salud Mental

Imagínate que tu amiga te dice que quiere suicidarse esta noche. Imagínate la desesperación que puedes ver en sus ojos. Está claro: ya no quiere vivir. El silencio llena la sala. ¿Qué dirías? ¿Qué puedes hacer tú?

Nueva Zelanda tiene un ratio muy alto de suicidio juvenil. Es dos veces mayor que en Estados Unidos y cinco veces superior que en Gran Bretaña. Para muchos estudiantes, lo anterior no es un escenario hipotético, sino que se trata de una conversación real que han mantenido.

Esta realidad se hizo patente cuando formaba a los estudiantes en evangelización el año pasado. Cuando leíamos el contenido del Evangelio y cómo podemos compartirlo, su inseguridad al relacionarse con los amigos que viven con depresión y ansiedad se volvió evidente. Vieron la importancia de unirse a ellos en su sufrimiento, pero ¿era el Evangelio que necesitaban ahora? ¿Cómo podrían ser buenas nuevas para ellos?

Me di cuenta que había dos necesidades. En primer lugar, los estudiantes deben desarrollar una ‘lente cristiana’ usando la Biblia a través de la cual vemos la enfermedad mental. En segundo lugar, los estudiantes también necesitan comprender qué aspecto tienen la ansiedad y la depresión. Esto les permitirá amar y compartir mejor el Evangelio con las personas que les rodean, para la gloria de Dios. Así nació el evento de capacitación ‘La Biblia y la Salud Mental’.

Tim Capill, un pastor en Christchurch, vino y nos dio una perspectiva bíblica acerca del origen y la solución a nuestro sufrimiento. Basados en el Salmo 139, habló acerca de seis verdades que mantenemos acerca de Dios mientras sufrimos. Fue una charla maravillosa que proporcionó un marco bíblico sólido acerca del sufrimiento y, en particular, cómo podemos confiar en Dios para superar la depresión y la ansiedad.

Dana Lee – una psicóloga cristiana especializada en la juventud y el trauma vino para realizar dos seminarios que se centraban en el aspecto de la depresión clínica y la ansiedad. Practicábamos en parejas, usando escenarios y centrándonos en nuestra capacidad de escucha.

Fue un evento con una gran participación: vinieron más de 50 estudiantes para su formación. Como organizador, me anima ver que estos estudiantes tienen ahora una mejor comprensión y mayor compasión para los que sufren depresión y ansiedad. También se han convencido más aún de que la necesidad más profunda de sus amigos es la misma que la de cualquiera de nosotros: el Evangelio de Jesucristo.

Candy Grice, obrera de TSCF Nueva Zelanda
CandyG@tscf.org.nz

Lectura recomendada (por Sabine Kalthoff, Secretaria de IFES para el Compromiso con las Escrituras): Mark Meynell, When Darkness seems my Closest Friend – Reflections on life and ministry with depression (en inglés). El relato honesto de un camino personal con unas reflexiones generales muy útiles. Una lectura que merece la pena.

Un mensaje de transformación

Soy O.F.S, un coordinador de grupos bíblicos en Nicaragua. 2018 y 2019 han sido muy cruciales, sorpresivos y cambiantes, para mí, para mi país y para el movimiento estudiantil. ¿Qué pasaba en Nicaragua para entonces? En abril de 2018, estudiantes protestaban en reclamo a la falta de mitigación del incendio forestal a una importante reserva del país, días después se publicó una reforma al seguro social, misma que afectaba a las minorías, esto provocó que cientos salieran a las calles a pedir justicia, los días se tornaron en escenarios de violencia, muerte y represión de parte de las autoridades. En este contexto organismos de Derechos Humanos reportaron muertes, exiliados y cientos de desaparecidos desde los sucesos.

Las universidades estuvieron cerradas durante 8 meses, el país estuvo paralizado, había desesperación y surgieron preguntas: ¿Cómo podemos responder con esperanza en nuestro contexto? Y ¿Cómo seguir la obra estudiantil sin universidades?

Volví a casa, con ansiedad, búsqueda y el reto de seguir asumiendo la misión; decidí reunirme con amigos y jóvenes de la Iglesia para acercarnos a las Escrituras, esto nos dio fuerzas y sentido en medio del dolor y la agonía. Usamos el librito “La Palabra en medio nuestro” y herramientas como “Escribir un Salmo”. Fue liberador, nuestra espiritualidad se vio confrontada. Sentíamos no responder a la comunidad por lo delicado del contexto, teníamos un sentir y era el de impotencia, porque nuestras acciones con el prójimo eran limitadas. Al plasmar los torbellinos de pensamientos y exponerlos a la luz de las Escrituras, nos dio calma, abrir nuestro corazón con Dios y con nosotros mismos, nos ayudó a experimentar una fe que se vuelve acción y evidencia mediante el compromiso con las Escrituras y cómo la oración también se vuelve una invitación a esta acción.

Estuve en exilio. Regresé a mi país, porque quiero ser sal y luz en este parte de la historia que me ha tocado vivir, porque creo que si cambiamos la universidad, cambiaremos Nicaragua, cambiaremos el mundo, porque debemos seguir proclamando el mensaje profético de un Dios de verdadera PAZ, JUSTICIA Y AMOR. Me di cuenta que donde está un estudiante ahí está la obra estudiantil. Esta convicción la seguimos abrazando como movimiento, el llamado a ser árboles de justicia y embajadores de la fe, ese es nuestro compromiso, solo con y a través de Jesús podemos cambiar nuestra realidad, nuestra Nicaragua.

¡Con el corazón nos aferramos a la esperanza única y redentora de Jesús!

Mensajeros de esperanza: la universidad en el proyecto de Dios

El tema de la Asamblea Mundial se desarrolló en una serie de exposiciones bíblicas de Lucas y Hechos. A continuación encontrarás un extracto de una exposición. Escucha esta y el resto de exposiciones de la Asamblea Mundial completas en https://ifesworld.org/es/asambleamundial/

Lee Hechos 1:1-11 antes de continuar con este artículo.

En su exposición sobre Hechos 1, Janna Louie de InterVarsity/USA nos invita a profundizar en la esperanza, esa esperanza que da sentido y perspectiva a nuestras vidas y a este mundo roto.

Jesús redefine el poder para los apóstoles. No solo se manifiesta el Espíritu de Dios a través de lo que el mundo considera débil, sino que además este Espíritu se da a personas rotas y vulnerables. En esta redefinición, Dios profundiza en su esperanza. El Espíritu de Dios no es autoprotector. El Espíritu de Dios no es nacionalista. El Espíritu expande su esperanza de lo que es posible.

Los apóstoles esperaban que el Rey Jesús trajera la restauración del reino de Israel, pero su restauración será mayor que esas esperanzas. En lugar de verse como víctimas que debían vindicarse, son testigos que proclamarán la vida, muerte y resurrección de Jesús. Reciben una visión en la que ya no son solo los oprimidos, sino que llevan el testimonio de Jesús por todas las fronteras y límites creados por el imperio. No están confinados en muros construidos por superpotencias, sino que se unen al Espíritu de Dios para cruzar los muros hechos por el hombre. Su testimonio no solo se limitará a Jerusalén, sino que irá a todos los que están en Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra. En esta declaración, Jesús profundiza sobre su visión acerca de la restauración del reino de Israel. El testimonio de Jesús no se limita únicamente a los judíos, sino que se manifiesta a través de ellos a los gentiles. Su esperanza va más allá de su comunidad para incluir a los gentiles e incluso a sus opresores. La liberación de la opresión es una esperanza demasiado pequeña. Jesús invita a una comunidad vulnerable a ministrar la vida, muerte y resurrección de Jesús incluso a aquellos por culpa de los cuales son vulnerables.
[…]
El poder del Espíritu Santo es una invitación, en primer lugar, a ver a Jesús resucitado en los lugares donde vivimos. A ver nuestros países natales con los ojos de Jesús. A llevar testimonio de la esperanza de Jesús donde somos más débiles. El poder del Espíritu es el poder que nos permite resistir en los lugares que nos causan dolor. El mandamiento de recibir el poder del Espíritu no es un mero apaño. Es un poder que rechaza conquistar y dominar, pero persevera en el sufrimiento. Es tocar y sanar. Es dolerse y llorar. Es esperar con esperanza. Es el poder de testificar sobre la vida de Jesús en los lugares donde vivimos. […] El poder del Espíritu Santo invita a las personas vulnerables a transformar el mundo que las rodea.

Escucha toda la exposición aquí.

Agua que Vivifica en Circunstancias Difíciles

Mis vacaciones de verano del año 2012 resultaron ser un accidente de bicicleta, seguido de una cirugía de emergencia, un período de recuperación de dos meses y más cirugía. Me resultó muy difícil encontrar paz en esta situación, especialmente porque seguía sufriendo las consecuencias de un accidente aún peor que había sufrido tres años atrás.

Le dije al Señor, “Sé que eres bueno, eres bueno con todo el mundo, pero no conmigo. No veo tu bondad en mi vida. Te sigo y te sirvo, pero mi cuerpo está roto y mi corazón quebrantado. ¿Dónde está tu bondad?”

La tristeza, la confusión y la apatía me rodeaban mientras transitaba por este desierto espiritual. No podía “arreglarme” a mí misma y otra gente no podía ayudarme, sus palabras entraban en mis oídos pero no alcanzaban mi corazón.

A lo largo de esos meses, solo pude oír al Señor hablándome a través de la Biblia. El Espíritu Santo usó mi decisión de leer la Biblia sin importar cómo me sentía o lo que pensaba acerca de mí misma y de Dios. En mi desierto, el Espíritu Santo me daba un sorbito de agua para sobrevivir cada día. Estaba viviendo tan solo por esa agua – la Palabra de Dios – bebiéndola poquito a poquito.

Leí el libro de Job. Él me entendía. Él clamó al Señor en su miseria y en la amargura de su alma: “No encuentro paz ni sosiego; no hallo reposo, sino sólo agitación” (Job 3:26). ¡Mi angustia y mi sufrimiento estaban ahí mismo, en medio de la Biblia!

El Señor me habló a través del Salmo 145: Yo soy clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor (v8). Yo soy bueno con todos (v9). Yo levanto a los caídos y sostengo a los agobiados (v14). Yo estoy cerca de quienes me invocan, de quienes me invocan en verdad. Cumplo los deseos de quienes me temen;  atiendo a su clamor y los salvo. Yo cuido a todos los que me aman (v18-20).

El Espíritu Santo dejó que estas palabras calaran profundamente en mi corazón: “Estoy cuidando de ti, te he escuchado y te salvaré…” A través de las Escrituras pude creer de nuevo que el Señor es bueno, que siempre es bueno, es bueno con todo el mundo, ¡incluso conmigo!

Lilit Avayan, Secretario General Armenia
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