Resultados de gran alcance al alcanzar a los estudiantes internacionales

Me llamo Masha y aún soy estudiante. Mi padre no es creyente y trabajaba para los servicios de seguridad del estado hasta que se jubiló. Mi madre sí era cristiana, pero murió cuando yo tenía nueve años. Yo conocía la verdad desde pequeña, pero no me inspiraba. No me importaba demasiado la vida después de la muerte, el creador del mundo ni otras preguntas profundas. A pesar de que sabía que Dios existe, no tenía interés por relacionarme con él. Pero después de un campamento cristiano, con 19 años, comencé a ir a la iglesia y seis meses más tarde acepté a Jesús.

Me involucré en el ministerio de estudiantes internacionales. Vi la gran necesidad de servir a esos estudiantes, que sufren de soledad al estar lejos de sus familias y hogares. Una de esos estudiantes era Katia (nombre cambiado), una chica de uno de los países más cerrados de Asia central. Provenía de un contexto ortodoxo tradicional, pero sabía muy poco sobre Dios o la Biblia. Comenzó a asistir a la iglesia gracias a una amistad que también iba. Dos meses después, dejó de venir.

Decidí dar el primer paso y le pregunté si quería que nos viéramos. Dijo que no varias veces, excusándose en que estaba muy ocupada con los estudios. Pero al final encontramos un día y quedamos. Tuvimos una gran conversación. Compartí mi historia y le propuse leer la Biblia juntas (al comenzar mi vida cristiana, yo también leí la Biblia con alguien). Nunca había invitado a nadie a leer la Biblia conmigo. Me asustaba un poco y no tenía ni idea de cómo dirigir un estudio bíblico. Me alegré mucho cuando aceptó. Empezamos a quedar cada semana. Durante los encuentros, me hacía muchas preguntas sobre el cristianismo y el evangelio. Su estrategia consistía en hablar poco y preguntar mucho. ¡Pero me gustaba! Y me animó mucho ver que volvió a asistir a la iglesia.

Durante el fórum estudiantil internacional que organizamos, Katia escuchó mucho sobre Jesús y su amor. También tuvo tres sueños en que intentaba huir del demonio y Jesús la salvaba. Después del fórum, aceptó a Jesús. Ahora viene a la iglesia y a las reuniones para estudiantes internacionales, y también seguimos con nuestro estudio bíblico personal. Es motivador ver cómo ha crecido en su vida espiritual. En mayo se bautizó. Dijo: “¡Creo que Dios no me trajo a este país por casualidad!”.

Masha, estudiante de Lingüística en Europa oriental