He tenido varios momentos “wow” que han cambiado mi vida de una forma drástica, especialmente en relación con la forma en la que veo a Dios y el ministerio. Uno de esos momentos fue en 2007, durante la Asamblea Mundial de IFES en Canadá. Las exposiciones bíblicas sobre el Evangelio de Lucas por Peter Kuzmic (Croacia), Jacques Buchhold (Francia) y Ziel Machado (Brasil) me hicieron realizar un examen de conciencia y me retaron. La primera exposición de Ziel Machado fue la que más me impactó y me agarró el corazón. No pude soltarla hasta que la puse en práctica. Ziel Machado reflexionó acerca de dónde hacemos el ministerio: la mesa es un lugar de aceptación, de comunidad y de amabilidad; al contrario que el escritorio, que es un lugar de negocio, de logros y de éxito.
Fue muy retador para mí, personalmente, cuando reflexioné acerca de cómo estaba involucrándome en el ministerio. ¿Estaba haciéndolo desde la mesa o desde el escritorio? En ese momento llevaba cuatro años sirviendo como obrero en mi movimiento nacional, la Organización Cristiana Estudiantil de Malawi (SCOM). En ese momento, me quedaban diez años más de servicio por delante. Dios me habló con mucha claridad diciéndome que el ministerio estudiantil podría tener lugar en la mesa, donde los estudiantes se sintieran bienvenidos, donde podrían construir unas comunidades fuertes de creyentes y que llevasen a Cristo a sus universidades. Esto cambió la forma en la que me involucré en el ministerio estudiantil. Tomé esta palabra de Dios de una forma literal y abrí mi hogar a los estudiantes, transformando la mesa de mi casa en un lugar de ministerio. Innumerables estudiantes han comido en esta mesa: se convirtió en un lugar de discipulado para tantos jóvenes.
En la mesa de mi hogar, los estudiantes que luchaban académicamente consiguieron ganar confianza en sí mismos y sacaron mejores notas. Alrededor de ella, Cristo se reveló a muchos estudiantes y les dio un propósito para vivir. En esta mesa se han restaurado relaciones rotas. Fue en esta mesa donde algunos estudiantes encontraron a sus parejas. Alrededor de esta mesa, los estudiantes han aprendido de Cristo. En mi mesa, los estudiantes han visto la fragilidad de nuestra humanidad y la suficiencia de la gracia de Dios para interactuar con mi esposa, nuestro hijo y conmigo mismo, adentrándome en la Palabra de Dios y permitiendo que la Palabra trajera grandes frutos a nuestras vidas. Siempre debemos permitir que la Palabra de Dios pase de nuestra cabeza a nuestro corazón, y de ahí a nuestras manos y pies: ahí experimentamos la transformación real.
Duncan Chiyani, Secretario Regional EPSA para la Región del Sur de África