La Biblia ocupa un lugar central en el ministerio estudiantil. En torno a la Escritura Sagrada organizamos nuestra vida devocional, nuestras actividades de formación, nuestro diálogo con la universidad y nuestras iniciativas evangelísticas. Este alto valor que las Escrituras tienen para nosotros sirve de fundamento para tres pasos que llevo en consideración cuando expongo la Palabra en nuestros encuentros.
1er paso: el estudio serio del pasaje bíblico y el esfuerzo para aplicarlo de manera fresca y oportuna
Con frecuencia recibimos instrucción para hacer una lectura provechosa de las Escrituras. Aprendemos una variedad de métodos de estudio bíblico y a utilizar los muchos recursos auxiliares, lo que nos permite hacer un buen acercamiento al texto. Así, de los pasos iniciales del estudio devocional hasta la habilidad que algunos tienen de trabajar bien con las lenguas originales, tenemos el desafío de utilizar todo recurso que disponemos para hacer una buena y adecuada lectura del texto. Por otro lado, necesitamos encontrar los caminos que nos permitan aplicar las lecciones aprendidas de una manera fiel, oportuna y fresca a nuestra audiencia. Porque “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16-17).
2º paso: apoyo de oración
La naturaleza de la tarea de la exposición bíblica implica un soporte permanente de oración, pues se trata de poner el corazón de todos los implicados en este proceso (los que ministran y los que oyen) ante la palabra del eterno Dios. Como una vez oí de un maestro, “la función de la exposición bíblica es consolar al abatido y desafiar al acomodado.” Nadie debe quedar indiferente ante la Palabra, ni quien expone, ni quien escucha. Como dijo el apóstol Pablo, “oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas. Oren para que lo proclame valerosamente, como debo hacerlo.” (Efesios 6.19-20)
3º paso: hacerse accesible para escuchar a los que nos oyen
Uno de los momentos especiales de aprendizaje, en la dinámica de exponer las Escrituras, es el momento en el que busco ser accesible para escuchar a los que me oyeron. Ver cómo entendieron el texto enseñado y cómo lo están aplicando en sus vidas, oír sus preguntas, sugerencias y cuestionamientos; eso ha enriquecido mucho mi proceso de aprendizaje continuo en el ministerio de exponer la Palabra. Debemos buscar estos momentos y aprender a escuchar de forma atenta, humilde, reverente y respetuosa a nuestros hermanos y hermanas que, recibiendo “el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo … se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes”. (1 Tesalonicenses 1:6-7)
Son tres sencillos pasos que busco seguir en el ministerio de exponer la Palabra del Señor.
Ziel Machado, ex secretario regional de IFES América Latina