Soy O.F.S, un coordinador de grupos bíblicos en Nicaragua. 2018 y 2019 han sido muy cruciales, sorpresivos y cambiantes, para mí, para mi país y para el movimiento estudiantil. ¿Qué pasaba en Nicaragua para entonces? En abril de 2018, estudiantes protestaban en reclamo a la falta de mitigación del incendio forestal a una importante reserva del país, días después se publicó una reforma al seguro social, misma que afectaba a las minorías, esto provocó que cientos salieran a las calles a pedir justicia, los días se tornaron en escenarios de violencia, muerte y represión de parte de las autoridades. En este contexto organismos de Derechos Humanos reportaron muertes, exiliados y cientos de desaparecidos desde los sucesos.
Las universidades estuvieron cerradas durante 8 meses, el país estuvo paralizado, había desesperación y surgieron preguntas: ¿Cómo podemos responder con esperanza en nuestro contexto? Y ¿Cómo seguir la obra estudiantil sin universidades?
Volví a casa, con ansiedad, búsqueda y el reto de seguir asumiendo la misión; decidí reunirme con amigos y jóvenes de la Iglesia para acercarnos a las Escrituras, esto nos dio fuerzas y sentido en medio del dolor y la agonía. Usamos el librito “La Palabra en medio nuestro” y herramientas como “Escribir un Salmo”. Fue liberador, nuestra espiritualidad se vio confrontada. Sentíamos no responder a la comunidad por lo delicado del contexto, teníamos un sentir y era el de impotencia, porque nuestras acciones con el prójimo eran limitadas. Al plasmar los torbellinos de pensamientos y exponerlos a la luz de las Escrituras, nos dio calma, abrir nuestro corazón con Dios y con nosotros mismos, nos ayudó a experimentar una fe que se vuelve acción y evidencia mediante el compromiso con las Escrituras y cómo la oración también se vuelve una invitación a esta acción.
Estuve en exilio. Regresé a mi país, porque quiero ser sal y luz en este parte de la historia que me ha tocado vivir, porque creo que si cambiamos la universidad, cambiaremos Nicaragua, cambiaremos el mundo, porque debemos seguir proclamando el mensaje profético de un Dios de verdadera PAZ, JUSTICIA Y AMOR. Me di cuenta que donde está un estudiante ahí está la obra estudiantil. Esta convicción la seguimos abrazando como movimiento, el llamado a ser árboles de justicia y embajadores de la fe, ese es nuestro compromiso, solo con y a través de Jesús podemos cambiar nuestra realidad, nuestra Nicaragua.
¡Con el corazón nos aferramos a la esperanza única y redentora de Jesús!